Mantengo desde hace mucho tiempo la teoría de que el slot es el hermano sifilítico del MODELISMO amparándome en las muchas contradicciones que entre ambos mundos marcan una frontera de algo, que si bien entendido fuera, no debería andar tan desparejado. Y es que viendo lo que el modelismo como hobby significa, resulta en el slot la prostitución propia de sus principios convirtiendo sus productos finales a la comparación como aberrantes. Y entiéndase en todo momento esta reflexión enfocada al slot como producto final de un coche a escala, del trabajo realizado en el mismo y sobre el mismo. Dejemos al slot “de competición” para los campeones del mundo de su casa, que eso es harina de otro costal.

El MODELISMO, siempre con mayúsculas, desde su concepción no deja nunca de ser un pasatiempo, un hobby (anglicismo), donde el tiempo se invierte para gastarlo, pero para gastarlo pasándolo bien, distrayéndose, disfrutándolo, evadiéndose al fin y al cabo. En el slot, siempre con minúsculas, como buen bastardo, la concepción del mismo ha degenerado en un extraño Juego de Tronos, donde los egos y los negocios campan a sus anchas por encima del mero pasatiempo. Y esto siempre perjudicado por la cantidad de enfermedades venéreas que pululan por ahí infectando más la herida, es el caso de los palmeros (Lo aclararé en una próxima entrada al respecto).



El MODELISMO tiene como base la reproducción lo más exacta posible de un objeto real, y esto implica tratar de ser lo más fiel posible al objeto, lo más fiel posible a sus detalles, lo más fiel posible al estado real en un momento concreto del espacio y del tiempo, de sus tratamientos, de su deterioro, de su uso, o de su suciedad. En el slot nos encontramos por ahí gurús de chicha y nabo que sólo saben decorar carrocerías de coches recién salidos de fábrica, colores planos sin más, con flagrantes omisiones o detalles incorrectos, casi de cualquier manera que se diría. Y es que ser fiel a algo implica informarse, documentarse, y a veces adaptar lo que viene a lo que debe ser. Y si algo no existe se le fabrica, que ahí está la gracia. Luego uno se encuentra carrocerías de slot decoradas por ahí donde no se le ponen los escudos de Ferrari a un coche “porque no venían las calcas en el kit”, o sin algún patrocinador “porque total, en el coche nadie lo nota”. O más grave aún, con logos o patrocinios inconexos e incompatibles “porque el caso es que ponga algo en las ruedas, que a mi me gusta así” … aunque bien podría poner Hello Kitty, para el caso … Y es que esa expresión del “porque a mi me gusta así” es la que usa mi sobrino de cuatro años cuando pinta un “transformer” que se parece más a una patata. La razón de la sinrazón, o del orgullo propio mal entendido desde el ego de uno mismo. Algo que nunca ha tenido sitio en el MODELISMO. Yo por más que me esfuerzo no veo un Bf-109 con estrellas blancas de cinco puntas porque las cruces alemanas no me gustan, qué queréis que os diga, o sin ellas directamente porque no me venían las calcas.

Y es que en el MODELISMO supone una concatenación tautológica de conceptos, donde a los dos anteriores le sigue irremediablemente la autocrítica del MODELISTA (con mayúsculas, porque se lo merece), el afán de superación, y de llegar en cada maqueta un poquito más lejos que la anterior. Aparentemente poquito, pero basta mirar hacia atrás descontándose diez para ver la mejora con nitidez. En el slot no. En el slot se estanca uno en los colores planos (los muy buenos tres o más), dominar (ejém, ejém, …) la técnica del barniz bicomponente, más o menos habilidad con las calcas, y los pata negra ya hasta con las líneas de los panelados. Pero no busque más que ya no hay. Que de ahí no se pasa y ni de lejos se le llega.

En el MODELISMO se le da a la pieza el valor real que tiene, y que no es más que un “cacho de plástico” pintado, en palabras de Mig Jiménez, palabras que comparto plenamente. Y que no debe tener valor, ya que es una cosa hecha desde la afición, para la afición de uno mismo y por la afición del propio. Que en el slot no, que ya lo sabemos, que leyendo los foros cada coche es una auténtica obra de arte, de valor éste o aquel porque lo ha pintado o lo ha fabricado “el Crupiere” o “MenganiToys”. Porque la filosofía de Mig Jiménez tiene mucho que ver con la desposesión de las maquetas que uno hace, porque una vez terminadas habrá quien las disfrute mirando, pero no quien la ha hecho que la ha disfrutado haciéndola. El corsario del slot disfruta acaparando, cuantas más mejor. Quiero, quiero, quiero, y quiero. Y tengo más. Mucho. Muchísimo. Tengo más Le Mans que tú y que nadie … Pero de una calidad muy mediocre. Bueno, mediocre no, paupérrimo. Porque siempre he sido de la opinión que es mejor una buena maqueta al año, pero buena, de calidad, en la medida de las posibilidades de cada uno, que treinta coches de slot que solo valen para deslumbrar a las visitas en casa, pero a esas visitas que vienen con los sobrino y que el único coche que ven al año es su utilitario de más de 10 años. Y que al final, si presentas tus treinta coches a cualquier concurso serio, de MODELISMO, acaban siendo el relleno perfecto que da pie a entradas como esta, pero “In Real 3D”. Tampoco entiendo muy bien esa actitud tipo “Gollum” de tener la mayor colección o producir como churros cualquier cosa porque el caso es tener algo nuevo que enseñar todas las semanas. Esto último es un síntoma de un vacío que el usuario del slot trata de llenar con objetos. Cantidad que no calidad.


Y todo esto si no nos tiramos de cabeza a la piscina de las comparaciones en la relación calidad/precio, o en la escala. Las imágenes que acompañan a esta entrada se corresponden a una maqueta a escala 1:72. Y puede comprobarse la definición que muestra, los panelados, los remaches, los detalles, la finura de las líneas que lo componen, … Apenas 8 euros costó, y si metemos la parte proporcional de pinturas, barnices, óleos, pigmentos, cinta de enmascarar, o la base expositora realizada totalmente a “Scratch”, dudo que se alcancen los 10 euritos para redondear. Ahora nos vamos al slot … 44 euros el plástico del chino de “ManguiToys”, con una definición deleznable a escala 1:32 (el doble), pintado de aquella manera, y con suerte, con la huella dactilar del operario perpetuada en el barniz. Y no me vale la excusa de de que por ser de slot tiene que llevar mecánica y eso encarece el coche … que las piececitas móviles no alcanzan en precio los 15 euros … Es decir, 29 euros el juguete para adultos. Tiene delito, oiga. Y mucho ojo, no se malinterprete esto, porque no estoy comparando precisamente con productos de resinas artesanales, y es que yo soy el primero que le da el valor que tiene a algo que se fabrica por uno mismo, y no entro a discutir si vale más o menos de 150 euros. Cada uno le da el valor que considera, y luego está quien lo paga o quien no. Pero lo que no tiene sentido alguno es que nos encontremos diferencias tan exageradas de calidad entre dos objetos de plástico fabricados industrialmente.


Si alguno tiene dudas o discrepa sobre lo que hasta ahora llevo expuesto no tiene más que acercarse a un par de certámenes de MODELISMO y autoanalizarse viendo lo que se ve allí. Yo no sabría poner precio a la mayoría de las maquetas que allí se ven, posiblemente serían escandalosamente caras para la mayoría de los bolsillos. Las razones son obvias. Solo en trabajo, técnicas aplicadas, materiales, y habilidad demostradas, dejan a la altura del betún a cualquier carrocería decorada por “Paquito el Crupiere” o cualquier otro. Pero vamos, es que de entrada ya ha usado un pincel … que en el slot ni se conoce el artefacto. Porque al final, solo importa que brille mucho. Lo demás da igual, si lo condujo Röhl o Roehl, si era azul o rosa. Lo que importa es lo que dicen cuatro que marcan tendencias, y que la masa en plan “Fuenteovejuna” sigue sin cuestionarse nada. Porque para cuestionarse algo hay que tener tiempo y emplearlo buscando, documentándose y comparando. Pero la masa cree que es mejor emplear ese tiempo acaparando más y más. Llenando vacíos con incontables piezas que ni en diez vidas puedes disfrutar. Como los piratas, vamos.


Y mientras os he aderezado la entrada con una vuelta al origen de esas que de vez en cuando me gusta hacer. Porque como las buenas dietas, en la variedad está el gusto. Un North American Texan T6-G del Ejército del Aire Español (EdA). En esta ocasión representando un aparato real y operativo en la Base Aérea de Getafe durante 1963. Estacionado en su la pista de aparcamiento. Sirviendo de entrenador básico para la formación de los pilotos del EdA durante más de cuarenta años, además de otras unidades operativas con otras funciones en el territorio nacional. Siempre con el característico color “pollito”. Tratando de representar sobre él, el desgaste propio del uso, los materiales que se descubren por el deterioro, el envejecimiento del esquema de pintura, la climatología, y algo de detallado extra. Un toque personal a un avión de 8 euros. Y por supuesto, una base donde este avión toma vida y sentido. De lo que forma parte y cobra significado. Una porción de Getafe en el año 63.

Y es que esto al final es MODELISMO... ¿y si le ponemos unos Hello Kitty en las rueditas?
Feliz Año