martes, 17 de abril de 2012

La importancia de llamarse "Ednedto"

O bien pudiera titularse la importancia de la escenografía en el slot. Que no es más que el primero de una serie de artículos o reflexiones sobre el estado de “todo esto” que rodea al slot (véase el nuevo “tag” de este blog), donde cada uno será capaz, espero, de llegar allí donde sus habilidades cognitivas le den de sí. Sin más pretensiones que la autocrítica, que como la penicilina o el ego, puede volverse contra uno mismo si no es capaz de saber cómo anda por dentro, cómo anda el entorno de elementos patógenos, y sobre todo, cómo puede dañarle a uno mismo el exceso de cualquiera de esas dos cosas anteriores.

Considero pionero en estas lides a Luis, sus artículos y su trayectoria periodística como corresponsal del slot ya sea a través de las distintas revistas ¿especializadas? como de su labor altruista en su blog, vienen ilustradas con un sinfín de imágenes evocadoras del entorno que se mueve alrededor de los cochecitos. Quizás si, podamos retrotraernos a unos antecedentes paleolíticos de esta tendencia en las caracterizaciones de los circuitos y pistas en las competiciones, de slot, por supuesto, que por poner un ejemplo siempre que puedo disfruto de ellas y desde hace muchísimos años en sitios como Hobby+.

Mencionados dos de las tres patas del taburete que forman el inicio de mi exposición viene la tercera, y que por supuesto dará mucha “chicha” para escribir. Se trata del modelismo. Principio y fin de toda reproducción a escala, el alfa y el omega de la religión de cualquier miniatura. Diez mandamientos tiene esta fé en lo diminuto que expondré en futuros textos. Por supuesto no quiero adeptos, ni conversos a la fé, jugar a ser Dios en mentes cerradas por el candado del ego puede ser contraproducente. Sobre todo para ellos.

Siempre he sido de la opinión que toda reproducción a escala tiene que tener un trocito de universo a su alrededor. Creo que no tiene ningún sentido un King Tiger sobre un taco de madera. ¿De qué sirve un envejecido, o el óxido? ¿No guarda relación el estado del carro con su entorno? ¿Si había nieve, lluvia, barro o polvo? Las cosas toman vida en su entorno. Por ejemplo una fruta en las ramas de un árbol se encuentra rodeada de la vida y de lo que le da sentido como tal, sin embargo sobre un frutero es una naturaleza muerta, y sobre un lienzo en blanco es un objeto aislado. Vamos, un Pocoyó. Podemos establecer tres categorías, la del entorno que da vida al objeto, la del pintor de bodegones, y el mundo de Pocoyó (vale, adopto al personaje como símbolo del parvulario de fondo blanco).

Mientras que el modelismo en general, en cualquiera de sus disciplinas, siempre anda en el primer grupo (valorando a parte si anda de sobresaliente o aprobado raspado, pero eso ya lo da el nivel de cada uno), en el slot se anda “chapapoteando” entre el segundo y el tercero, dejándose llevar por las mareas y las corrientes de olas mecidas por la influencia de astros situados a miles de kilómetros (Subtítulos ON). Y ojo, que no entro a valorar el rigor histórico, que eso es otro cantar. Este Mester de Juglaría reivindica el gusto por lo bien hecho y la demanda de la calidad perdida a cambio de un negocio donde las vacas pastan mansas sólo preocupadas por que les sirvan regularmente hierbas y agua. De un tiempo a esta parte hemos podido ver cómo proliferan intentos de asemejarse a los entornos que nos ofrece Luis (sigo con su ejemplo), la mayoría muy desafortunados, con una falta de criterio exacerbada como cuando vemos un Sauron pétreo en una curva, o con una falta extrema de conocimientos en materia de composición saltándose 6 plantas el volumen visual de una escenografía. El lienzo debe adaptarse al contenido de la obra, y nunca la obra al tamaño del lienzo. Y para que conste, antes que nadie lo pregunte, el cubo de Rubik no es una obra de arte.

Quien más y quien menos habrá sido capaz de enlazar las imágenes que aderezan este escrito con la idea que trato de transmitir. Fritz fue uno de los últimos reclutados en los finales de la 2GM, de hecho apenas llegó a servir unos meses como reponedor de munición en las divisiones de Panzers que defendían las afueras de Berlín. La caída de los últimos bastiones del Reich le llevó a desertar de sus orígenes teutones para nacionalizarse anglosajón. Al fin y al cabo esa nación maltratada requería de gente libre y con ganas de trabajar para levantar el deplorable estado en el que había quedado todo, y por qué no decirlo también, era una forma de expiar ese sentido de la culpabilidad que le corroía por dentro. Así Fritz pasó a llamarse Fred. Sus conocimientos de mecánica le llevaron a los pocos años a trabajar para esos locos adinerados que se jugaban sus vidas a bordo de automóviles simplemente llevados por sus ansias de descubrir sus límites. En 1953 Fred formaba parte del equipo que obtuvo la victoria en Las 24 Horas de Le Mans. De sus asistencias salió buena parte del triunfo de Tony Rolt y Duncan Hamilton, a pesar de la resaca de éstos. Antaño estuvo en el bando perdedor, pero hoy le tocaba estar en el equipo ganador.

No os preocupéis si alguno no habéis sido capaz de entender nada esta entrada. Otros habrán entendido partes, y alguno lo verá como agua cristalina, pueril incluso me atrevería a precisar. Al fin y al cabo ya os lo avisé al principio. Esto da para lo que da cada uno. Pero hasta Fred es consciente de la importancia que tiene llamarse “Ednedto”.

(La peana ha sido elaborada y pintada por Jorge Márquez, el coche y Fred por uno mismo).

Fin del Capítulo 1.

Miguel.

lunes, 16 de abril de 2012

Mosler MT900R - Team Monster Energy - Japan Super GT300

Estoy muy vago últimamente. O no. Porque parar, lo que se dice parar, no paro. Entoces será un problema de "overbooking", el avión va hasta arriba de pasajeros, y los que no pueden embarcar, hay que ir acoplándoles en los vuelos con plazas pocoa poco.
Entre unas cosas y otras, más muchas que pocas, hay rodando por los talleres una serie de monturas destinadas a completar el Plan B de mi maleta de competición. Una cosa siempre me ha caracterizado desde que pruebo mis límites y los de mis coches con mandos digitales en pistas analógicas, y es el destacar sobre el resto de cualquier parrilla con los modelos más espectaculares y exclusivos.
De ese clan de elegidos forma parte esta nueva decoración asimilada del campeonato de SuperGT que tiene lugar en Japón, y concretamente en la "categoría pequeña", la GT300. Campeonato que a mi parecer tiene los superdeportivos más espectaculares de la galaxia, siempre con permiso de la DTM, donde se "hibridizan" (licencia que me permito en la palabreja, pero en estos últimos años más acertada que nunca, puesto que hasta un Prius compite por Toyota) los conceptos de espectaculares coches "de calle" con diseños destinados a la más alta competición. Que se lo digan a mi admirado Pedro Martínez de la Rosa, que antaño fuera campeón de la máxima categoría de esta disciplina, título que a la postre le serviría para dar el salto a la deseada Fórmula 1.
Coche trabajado "light". A ratines que diría aquel. Porque tiempo no ha habido para mucho más, ni creo que lo habrá. Así que es momento de volver al trabajo, que es lo que al final importa.
Ando haciendo cursillos de prestidigitador (¿qué es un prestigitador?, decía Marc Gené hace apenas 22 días), para con ellos ser capaz de hacer aparecer más ratines. Y de paso, lo que éstos llevan asociados.
Espero que os guste el cochecito, que yo intentaré hacerlo correr. Aunque no sé muy bien dónde.
Saludos.
Miguel.